— Homilías —

Te invitamos a que puedas escuchar las Homilías de nuestro San Romero, Obispo y Mártir; tanto Texto como Audio para que Por medio de su doctrina social de la iglesia hable a tu corazón la palabra de Dios reflejada en él.


—  1977 —

San Óscar Romero, Obispo y mártir

1.º de diciembre de 1977

FAMILIARES DE LOS DESAPARECIDOS, EN ESTA MISA DE LA DIVINA PROVIDENCIA, SON EL CENTRO DE NUESTRAS PLEGARIAS

Queridos hermanos sacerdotes que concelebran esta Eucaristía para implorar la misericordia de Dios y el consuelo de tantos corazones, queridos fieles que en esta ocasión se solidarizan con las angustias de estas familias y con el misterio de la iniquidad que hace desaparecer gente de la sociedad.

LA MADRE DE LOS MACABEOS

Las tres lecturas que se han hecho, han sido escogidas para esta circunstancia. La primera es el ejemplo heroico de aquella madre de 7 hijos, que en tiempo de los Macabeos fue llevada con sus 7 retoños para ofrecerlos en holocausto ante un tirano que pedía adoración, como si fuera un ídolo, pero que la madre y los valientes hijos, hasta el más chiquito, se enfrentaron para defender el derecho de Dios y decirle al autor de aquel crimen que ellos entregaban con gusto la vida, ante el Dios que les había dado la existencia, con la seguridad de que ese Dios, les devolvería la vida a todos aquellos que la entregan sin miedo en defensa de sus divinos derechos. Y así murieron los 7, confesando la primacía de Dios, la rebeldía ante los hombres, cuando quieren atropellar los derechos de Dios y de las imágenes de Dios que son los hombres. [14]

NUESTRA DEBILIDAD Y NUESTRA FUERZA

La segunda lectura es del apóstol San Pablo, ese cristiano valiente que siente, como hombre, la debilidad humana, pero que siente por dentro, la fuerza de la fe, de la esperanza que Dios da a quien confía en él. El espíritu nos anima nuestra debilidad. Y dice esta hermosa frase que yo quisiera que las madres de familia de estos seres por quienes estamos orando hoy, la grabaran como un lema de su vida: «A los que aman a Dios, todas las cosas


les sirven para su bien. No hay desgracia, no hay catástrofes, no hay dolores por más inauditos que sean, que cuando se sufren con amor a Dios, no se conviertan en corona de gloria y de esperanza»

NADIE HA SUFRIDO COMO ELLA

Y la tercera lectura que nos presenta a la que yo quisiera que fuera el modelo de estas madres afligidas: María, con su hijo presentándolo en el templo y oyendo de un profeta el destino sangriento de aquel hijo: «Este está puesto para señal de contradicción. Por su causa, una espada traspasará tu alma». Yo siento que estas madres son madres dolorosas con el corazón traspasado. Pero aquí hemos querido tener también en esta ceremonia a la Virgen María, precisamente en el misterio de la Presentación.

Esta imagencita que después de la Misa van a venerar con cariño las madres y todos ustedes, queridos fieles, es la primera imagen de María que llegó a nuestra patria, se venera como una gran reliquia que estaba en la iglesia de San José y ahora será venerada en una nueva parroquia, pero es el tesoro más grande, no precisamente la imagen, sino la confianza en esa madre que le puede decir a todas las madres que sufren, que nadie ha sufrido como ella porque ninguna de ustedes, madre, ha llevado durante toda su vida, una profecía como la llevó María, desde que su niño se acunaba en sus brazos. Ninguna de ustedes, madres, ha oído en los albores de la vida de sus niños, a un profeta que les anunciaba el fin desgraciado, sangriento de sus hijos, porque si una madre como María oye en la infancia de su niño que va a morir trágicamente y que por él su corazón de madre será traspasado por una espada, hermanos, toda la vida de esa madre es calvario y es sufrimiento.

María, pues, es el modelo de las madres que sufren porque ninguna madre ha llevado durante toda su vida la espada de la incertidumbre, esperando la hora en que la tragedia se hizo tan dura realidad en el Calvario. Entonces, yo creo que esta misa que estamos ofreciendo con un sentido netamente religioso, nadie le vaya a dar a esta misa, un sentido de profanación. No hemos venido, como se nos ha acusado en tantas campañas calumniosas, a celebrar una misa-mitin. Este es un sarcasmo, querer unir esas dos palabras. Ir a misa no es mitin por naturaleza, la misa es plegaria, la misa es santidad de oración, la misa es sacrificio de Cristo que se aplica [15] a una intención concreta. En este caso la Misa es el dolor de Cristo, en el calvario, junto con María su madre bendita, que se hace signo, redención, para el dolor de estas madres y estas familias.

PRESENCIA-DENUNCIA

Yo quiero ser en la presencia de estas familias que sufren, estos tres gestos de las tres lecturas, el primero es el heroísmo de aquella madre del tiempo de los Macabeos. Una denuncia valiente, la presencia de aquella mujer frente al tirano, era una denuncia. Su


misma presencia de madre exhortando a sus hijos a morir antes que traicionar su devoción a Dios, es una presencia que está clamando contra todos aquellos que quieren arrebatar los derechos de Dios y constituirse dioses de la tierra, señores de la vida de los hombres. Nadie como una madre puede comprender lo que vale un hombre, cuando ese hombre, sobre todo, es su propio hijo: «¿por qué me lo torturas? ¿por qué me lo desaparecen?» Y la presencia de una madre que llora a un desaparecido, es una presencia-denuncia; es una presencia que clama al cielo; es una presencia que reclama a gritos la presencia de su hijo desaparecido.

Como María al pie de la cruz, toda madre que sufre el atropello de su hijo, es una denuncia. María, madre dolorosa, frente al poder de Poncio Pilatos que le ha matado injustamente a su hijo, es el grito de la justicia, del amor, de la paz, de lo que Dios quiere, frente a lo que Dios no quiere, frente al atropello, frente a lo que no debe ser.

Esto es lo que significa esta presencia, hermanos, y esto no es política, esto es la voz de la justicia, esto es la voz del amor, esto es el grito que la Iglesia recoge de tantas esposas, madres, hogares, desamparados, para decir: «esto no debe ser, que vuelvan esos hijos donde los reclama el derecho de Dios, la ley del Señor». Es el grito contra el pecado. Y esto es lo que está haciendo la Iglesia, gritando contra el pecado que se entroniza en la historia, en la vida de la Patria para decir que no reine el demonio, que no reine el odio, que no reine la violencia, el temor terror; que reine el amor, que reine la paz de los hogares, que vuelva a la tranquilidad lo que ha sido causa de intranquilidad.

TENGO LA CONCIENCIA TRANQUILA

Y en segundo lugar, queridos hermanos, la segunda lectura de San Pablo a los Romanos, les decía a estas madres queridas que sufren, sea el lema de su vida y yo quisiera, hermanos, porque cuando la Iglesia toma ese tono de denuncia, no es con resentimiento sino desde el Evangelio clama para que se conviertan los pecadores. Yo tengo la conciencia muy tranquila de que jamás he incitado a la violencia. Todos esos campos pagados y esas calumnias y esas voces de radio gritando contra el Obispo [16] revolucionario, son calumnias porque mi voz no se ha manchado nunca con un grito de resentimiento ni de rencor. Grito fuerte contra la injusticia pero para decirle a los injustos: CONVIÉRTANSE. Grito en nombre del dolor, pero que sufren la injusticia, pero para decirle a los criminales: CONVIÉRTANSE, no sean malos.

NO AL ODIO Y LA VIOLENCIA

Es esta la voz de San Pablo también hoy, para el que busca a Dios, para el que ama a Dios, todas las cosas cooperan para el bien. Queridas madres, no se vayan a dejar seducir ustedes por la voz de la violencia. No dejen que se anide en el corazón de ustedes, la serpiente del rencor, que no hay desgracia más grande que la de un corazón rencoroso, ni


siquiera contra los que torturaron a sus hijos, ni siquiera contra las manos criminales que los tienen desaparecidos. No odien. Oigan a San Pablo y a Dios que les dice en esta mañana, que si hay amor a Dios en el corazón, todas esas injusticias se convertirán en bien para ustedes.

CÓMO LUCHAR CONTRA EL TERROR

En esta hora, hermanos, en que la liberación es tomada por muchas voces de hombres, la Iglesia también grita liberación pero no en el tono de odio ni de venganza ni de lucha de clases, porque eso no construye. Estamos de acuerdo en que debe de haber una lucha contra el terror, no debe de implantarse el terror en nuestra patria. Pero un terror no se quita con otro terror. Una mala voluntad no se mata con otra mala voluntad. El odio no siembra nada bueno. Por eso, la Iglesia está de acuerdo en las campañas contra el terror, con tal que se siembre esa campaña con amor, que busque la conversión de los malos; que castigue a los rebeldes, cualquiera que sea, aunque sea la mano armada, tiene que ser juzgada si ha cometido un crimen, y tiene que reclamársele castigo contra aquel que ha hecho el mal y no se convierte hacia el bien.

Pero desde el punto de vista cristiano, la voz de la Iglesia les dice a los oprimidos, a los que sufren, a los torturados, a los desaparecidos, a los muertos criminalmente, a las madres que sufren, a los hogares, a los marginados, a los que sufren injusticia, a todos ellos les dice estas palabras: Amén a Dios. Amén a Dios, que al que ama a Dios hasta esas opresiones se convierten en bien. Miren a Cristo crucificado, la figura del oprimido más grande, la del hombre que sufre la injusticia más criminal de la tierra, la del inocente que muere en una cruz y mira a su propia madre hundida en el dolor de una injusticia y desde allí clama:

«Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen». Y desde su dolor, injustamente sufrido, se convierte en el Redentor de los hombres.

EL DOLOR EN LA VIDA DE LA IGLESIA

Hermanos, en esta hora Cristo Redentor necesita dolor humano, necesita [17] el dolor de esas santas madres que sufren, necesita la angustia de esas prisiones donde hay torturas.

Dichosos los escogidos para continuar en la tierra la gran injusticia de Cristo que sigue salvando al mundo. Convirtámosla en redención. Esta hora, para mí, hermanos, es una hora bendita, porque yo estoy como inyectando, el dolor de esas madres a la vida de la Iglesia. Este ofertorio que va a seguir ahora, en que el pan y el vino representan la prisión, la angustia, el dolor de tantos meses sin saber de sus hijos, se va a convertir en el dolor de Cristo en el calvario, en nuestro altar. Y yo les aseguro que este día, ese dolor santo de tantos hogares que sufren orfandad injusta, es también dolor que alimenta, que inyecta de vida, de amor de Dios, a esta Iglesia que está predicando esperanza, que está predicando


que no nos desesperemos, que tendrán que venir los días de la justicia, los días en que Dios triunfa sobre la iniquidad humana, la iniquidad infernal de los hombres.

MARÍA, SÍMBOLO DEL PUEBLO QUE SUFRE

Y por eso, hermanos, la tercera lectura, y donde el profeta le dice a María: «Vas a ser víctima de una injusticia, vas a sufrir mucho, pero este niño será la salvación del mundo». Aquí está el secreto, hermanos, el dolor es inútil cuando se sufre sin Cristo pero cuando el dolor humano continúa el dolor de Cristo, es dolor que sigue salvando al mundo, es dolor como el de María: sereno, lleno de esperanza, aun cuando todos desesperaban en la hora en que Cristo moría en la cruz, María serena, espera la hora de la Resurrección. María, hermanos, es el símbolo del pueblo que sufre opresión, injusticia, porque es el dolor sereno que espera la hora de la Resurrección, es el dolor cristiano, el de la Iglesia que no está de acuerdo con las injusticias actuales, pero sin resentimientos esperando la hora en que el Resucitado volverá para darnos la redención que esperamos.

DOLOR Y RESURRECCIÓN

Hermanos, la Iglesia no es ilusa, la Iglesia espera con seguridad la hora de la redención.

Esos desaparecidos, aparecerán. Ese dolor de estas madres se convertirá en Pascua. La angustia de este pueblo que no sabe para donde va, en medio de tanta angustia, será pascua de resurrección si nos unimos a Cristo y esperamos de él. Los hombres no podemos construir la liberación de nuestra tierra. Los salvadoreños con nuestras propias fuerzas humanas, somos incapaces de salvar a nuestra patria, pero si la esperamos de Cristo el Redentor, sí, y esta es la esperanza de la Iglesia. Por eso predico, hermanos, mucha fe en Jesucristo, mucha fe en Cristo que murió para pagar todas las injusticias y resucitó para sepultar en su tumba toda la maldad y volverse redención de todos los que sufrieron, y se hace esperanza y vida eterna.

Bendita sea esta hora en que junto a las madres afligidas, la Madre Iglesia quiere sembrar en el corazón de sus hijos, la esperanza, la tranquilidad, [18] la serenidad. Esta es la voz de la Iglesia, hermanos. Yo no soy pesimista y le pido a todos los hijos de la Iglesia que no sean pesimistas, que sean optimistas pero que pongan ese optimismo en Cristo, el único que nos puede salvar, en Nuestro Divino Salvador y en su madre bendita que junto con él, son los protagonistas de la redención del mundo y serán sin duda, la redención, la alegría que retorna a los hogares y a los corazones afligidos.

OPTIMISMO Y FE


Vamos a celebrar, pues, esta Misa con este tono de optimismo, de serenidad, de fe. Nada de resentimientos ni de rencores, amar a Dios con todo el corazón, aun cuando nos esté sucediendo lo peor de la historia, amarlo, porque los que aman a Dios, todas las cosas cooperan en bien. Y Cristo, el amor que se hace víctima en el altar, va a darnos una vez más en esta mañana, en esta Misa de la Divina Providencia, ofrecida por intenciones tan santas como son las de las madres cariñosas que lloran a sus hijos desaparecidos, la de los hogares huérfanos, de tantas víctimas de la injusticia actual. Y junto con esas víctimas santas, también, porque el dolor santifica, aunque sea un criminal, no es derecho darle tortura.

Santifica el dolor, acerca a Dios, acerquémonos hermanos, por más pecadores que nos sintamos a la víctima divina del Calvario que se hace presente en nuestro altar, para pedirle que su sangre caiga como lluvia de bendición y de consuelo sobre tantas necesidades de nuestra patria. Ahora nos ponemos de pie para hacer una oración según las intenciones de este momento y una madre de familia es la que va a expresar esta plegaria.

Vengo a suplicarte llena de fe ante Vos, a pediros tengáis misericordia de nuestra hija Lil Milagro y aceptes recobre su libertad lo más pronto posible. Así también te pido por todos los demás reos políticos. ¡Dios de Amor, Virgen Clementísima, oye nuestra plegaria! Roguemos al Señor.

Te rogamos Señor, óyenos.

Cristo, centro y fin de toda la historia humana 2.º Domingo de Adviento

  • de diciembre de 1977

Isaías 11, 1-10

Romanos 15, 4-9

Mateo 3,1-12

San Pablo, hablando a los romanos, ha dicho las palabras que se han leído hoy en el 2.º Domingo de Adviento, es decir, cuando la Iglesia está reflexionando en ese inmenso amor de Dios que nos manda a su propio Hijo para salvarnos de todos los problemas de la historia. Me han impresionado mucho para esta homilía, las primeras palabras de San Pablo, porque creo que esto es lo que está dando la pauta a mi modesta contribución de difundir la palabra de Dios en este ambiente tan difícil de El Salvador.

PALABRA DE DIOS ENCARNADA

Dice San Pablo: «Todas las antiguas escrituras se escribieron para enseñanza nuestra, de modo que, entre nuestra paciencia y el consuelo que dan las escrituras, mantengamos la esperanza». Miren, cómo el predicador de este tiempo tiene que hundir, por una parte, su


pensamiento en la Escritura, porque no hay otra fuente del mensaje de la Iglesia que la Sagrada Escritura, la Palabra de Dios, por una parte; pero no es una palabra de Dios escrita hace siglos y que se queda etérea, desencarnada, teórica, sino que por otra parte, el predicador tiene que encarnar en la realidad presente. [20] De modo que dice San Pablo: entre nuestra paciencia -aquí es el presente- la paciencia que necesitamos hoy para vivir esta hora de la historia, empalmando con las Viejas Escrituras escritas entre esta paciencia de hoy y esas escrituras escritas antiguamente, mantengamos la esperanza.

Quiere decir, hermanos, que la historia actual, los acontecimientos de esta semana, de este día, no sólo en un carácter nacional sino en un carácter familiar. Cada familia ha tenido sus problemas en esta semana. Más aún, cada uno de ustedes, yo mismo, hemos tenido nuestros problemas, nuestras dificultades personales, familiares, del barrio, del pueblo, de la nación, del mundo, y estas circunstancias actuales, no las puede perder de vista el predicador a no ser que quiera predicar un evangelio que no diga nada a los hombres de hoy. Y eso es muy fácil. Por eso dicen muchas veces ¿por qué en tal iglesia, en tal parte, no hay problemas? No puede haber problemas si estamos hablando de las estrellas, hablando de las cosas que no tocan los problemas que ejercitan nuestra paciencia, nuestra fortaleza, nuestro compromiso de hoy en la historia.

La Palabra de Dios, pues, según San Pablo en la lectura de hoy, tiene que ser una palabra que arranque de la eterna antigua palabra de Dios pero que toque la llaga presente, las injusticias de hoy, los atropellos de hoy y esto es lo que crea problemas. Esto es ya decir: «la Iglesia se está metiendo en política, la Iglesia se está metiendo a comunista». Ya aburren con esa acusación. Ténganlo en cuenta de una vez, no se mete en política, sino que es la palabra como el rayo de sol que viene desde las alturas e ilumina, ¿qué culpa tiene el sol de encontrar su luz purísima charcos, estiércol, basura en esta tierra? Tiene que iluminarlo, si no, no sería sol, no sería luz, no descubriría lo feo, lo horrible que existe en la tierra; así como también ilumina la belleza de las flores y le da el encanto a la naturaleza.

La palabra de Dios, también, hermanos, por una parte ilumina lo horrible, lo feo, lo injusto de la tierra y alienta el corazón bueno los corazones que gracias a Dios abundan que se iluminan con esta luz eterna de su palabra divina.

Esto es predicar hoy la palabra, predicación, que como en los tiempos de los profetas, tiene que crear problemas y tiene que despertar odios y tiene que sacudir resentimientos, hasta la forma más vulgar que hemos llegado a ser el objeto. Pero, hermanos, que la basura sienta odio de la luz, es gloria de la luz. Ser calumniado por quienes se sienten tocados en su injusticia, es un honor. Por eso les digo, hermanos, a mí no me aflige la calumnia. Yo les agradezco las innumerables manifestaciones de solidaridad que me llegan en estos días, pero les digo, tengan alegría y confianza, que no me afligen, al contrario, me honran.

CASOS CONCRETOS

¿Como no vamos a sentir hermanos, a la luz de la palabra de Dios, los [21] atropellos que se siguen dando en nuestra patria? Alfonso Muñoz capturado en Tacachico, no se sabe


en dónde está. Inés Merino, golpeado cerca de Zacatecoluca, tampoco se sabe dónde lo llevaron. Treinta presos engañados en el Cantón San Carlos Lempa, en la Hacienda El Porvenir, llevados también a rumbos desaparecidos. Pedro Medina, capturado mientras salía a buscar trabajo. No se puede hermanos, con una situación así. Los que fueron presos acusados de participación en la ocupación del Ministerio de Trabajo, ni en los mismos testigos del Ministerio, han encontrado apoyo las acusaciones, no los han visto. No hay, pues, una razón jurídica para que sigan presos.

¿QUIÉNES SIEMBRAN EL TERROR?

Ante estas cosas, hermanos, comprendemos y queremos que no haya terror. Pero

¿quiénes están sembrando el terror? Yo quiero recordar una palabra Pontifical para que no digan que es cosa mía. Al anunciar la Santa Sede el próximo día de la Paz el 1.º de enero, cuyo lema será: «No a la violencia, sí a la Paz», el comunicado de prensa autorizado, pues, por el Vaticano dice esto; fíjense bien: «La violencia puede proceder de personas o de grupos entregados a un frenesí de dominio -poder-, a un frenesí de consumo -tener-, que tiende indebidamente a limitar o suprimir la vida de otras personas o de sociedades humanas, racismos, genocidios, e incluso imposición o mantenimiento por la fuerza de una estructura política o económica, injusta y discriminatoria». Son palabras de la Santa Sede, yo aquí no invento sino simplemente repito que existe, un frenesí de poder, un frenesí de tener, una defensa de poder y de tener que si es necesario acaba con los que se oponen a ese poder y a ese tener. Con injusticias manifiestas.

Por otra parte, no lo olvidemos también, hay que ser justo. «La violencia -sigue diciendo el documento- puede caracterizar también la manera de reaccionar de aquellos que están o se creen oprimidos, y cuyo anhelo de vida o de justicia termina por explotar. Violencia de los débiles de aquellos que están privados de ciertos derechos fundamentales». Ellos también, sobre todo aquellos que no quieren comprender la línea de la historia, del Evangelio, en sus compromisos con esta vida, cedan un poco a sus fanatismos y no nos desprecien tanto a los católicos por vivir esta vida que no tiene nada de comunismo sino simplemente llevar a las dimensiones históricas, temporales, sociales, los postulados, las exigencias del Divino Redentor.

FE Y ALEGRÍA

Quiero alegrarme y felicitar a los promotores del movimiento Fe y Alegría. Es un sistema de educación que promueve la Iglesia, sobre todo en las zonas marginales. En el Externado San José, en su capilla, 81 muchachos [22] y muchachas recibieron sus diplomas como costureras ellas, y ellos como expertos en electrónica y otras artes masculinos; me dio mucho gusto decirles: esto es la Iglesia, no sólo habla sino que hace y desde las zonas donde Cristo veía como ovejas sin pastor a muchas gentes, han surgido, gracias al trabajo


de los PP. Jesuitas, a la colaboración de Hnas. Religiosas y seglares también con un sentido evangélico de promoción, esa juventud y muchas otras obras que Fe y Alegría está haciendo en esas zonas.

LLAMAMIENTO PARA LA NAVIDAD

Acerca de la Navidad, queridos hermanos, yo quiero tomar como guía, y proponerla a ustedes, una iniciativa de la diócesis de Santiago de María. Monseñor Rivera ha lanzado un llamamiento para que en vez de gastar en tarjetas de felicitación, en regalos de Navidad, se deposite ese dinero en una obra benéfica para los verdaderamente necesitados. Por mi parte, ya les anuncio que me voy a economizar el gasto de tarjetas de Navidad y lo voy a poner con mucho gusto en el fondo de beneficencia, con el cual estamos socorriendo a mucha gente pobre. Por ejemplo: aquella viuda con 9 niños, la mayorcita es de 12 años, que quedó y ellos huérfanos, por el crimen cometido alla en Dulce Nombre de María por parte de las autoridades que asesinaron a un pobre hombre. Para obras así, pues, yo quisiera muy bien que si no tienen inconveniente, no digo que lo den a la Iglesia. No demos pie a los que nos calumnian, que nos estamos robando estas limosnas, hagan la caridad ustedes con quien quieran. Junto a su casa hay alguien que no recibe una tarjetita de navidad, llévenle un plato de tamales, llévenle algo que le socorra. Habrá muchos niños que no reciben un juguete; no les den juguetes, menos si son de armas, no les enseñemos la violencia desde la niñez, socorrámoslos en cosas más necesarias. He allí pues un llamamiento para celebrar una verdadera navidad cristiana que no consista en comilonas, en embriagueces, en regalos que solamente pasan por las alturas, sino que llegue de veras a la pobreza de nuestro pobre pueblo.

CONCURSO DE NACIMIENTOS

También está abierto el concurso de Navidad, los párrocos de las colonias son invitados para que premien y traigan a las personas favorecidas, el 6 de enero día de la Epifanía, a recibir el premio. Haremos una buena promoción de Biblias para que en todos los hogares, y sobre todo aquellos que han hecho nacimientos artísticos, cuyo centro es el Niño Jesús, la Virgen y San José, sigan meditando a lo largo del año, en la Palabra de Dios.

FESTIVIDADES PRÓXIMAS

No olviden hermanos, que el jueves de esta semana es día de la Inmaculada Concepción de María, el 8. Se celebra en muchas partes, yo lo celebraré en La Libertad. Había una costumbre que se nos va perdiendo, el 7 por la [23] noche, en señal de alegría con la


Virgen, se encendían fogatas, se iluminaban puertas y ventanas con faroles. Quien quiera alegrarse para felicitar a María en este privilegio de su Inmaculada Concepción, allí tiene una forma folklórica, pintoresca, de hacer más bello el rinconcito de su casa.

El día de la Virgen de Guadalupe, se está promoviendo una procesión transmitida por radio para que lleve el mensaje de la Virgen. Se celebrará en el Atrio de la Basílica, una Misa de campaña.

Quiero avisarles también que en La Vega, ya se comenzó hoy, la novena de la Virgen de los Remedios. Una devoción muy bonita de San Salvador, que los invita a visitar allá a la Virgen.

Por último y de acuerdo con el Párroco de esta Catedral, Monseñor Modesto López, vamos a suprimir la Misa de 9, ya que esta Misa, que es la principal de la diócesis, se prolonga hasta más alla de las 9 y estorbamos un poco a las personas que vienen a la Misa de 9. Pido perdón, tanto por quitarles la Misa como por prolongarme demasiado.

AGRADECEMOS SOLIDARIDAD

Hermanos, ya sé que esta palabra para muchos es aburrida y me lo han dicho en famosos anónimos. Pero ya les di la respuesta otra vez, al que no le gusta que apague su radio o que no venga a Catedral, pero cuando yo miro la atención de ustedes y cuando comentando con amigos que sinceramente me dicen la verdad, me dicen que la ocasión lo exige, el momento de confusión, de calumnias para la Iglesia oscurece tanto el ambiente, que es necesario iluminar de una forma extraordinaria hasta donde den mis pobres alcances y mi voz, que lo hagamos. Yo les agradezco, hermanos, por muchas manifestaciones de solidaridad con esta homilía de la Catedral. Su misma presencia que llena la Catedral, para mí es un motivo poderoso de estímulo y pensar que junto a esta muchedumbre de la Catedral que expresa atenta su aceptación, muchas comunidades en parroquias, en sus campanarios ponen las bocinas para que el pueblo oiga, o en ermitas humildes, reunidos en comunidad, meditan después, la graban y se quedan meditando qué más pueden aprender de lo que oyeron.

EXTREMOS QUE ESTORBAN LA NAVIDAD

Yo no dudo, hermanos, que no soy más que el humilde instrumento del Señor, dichosos aquellos, decía Cristo, que no se escandalizan de mí. Porque ahora, hermanos, el mensaje de este domingo de Adviento es precioso. Para iniciarlo, yo tengo aquí unas palabras del Concilio que ponen la importancia de esta palabra ahora. Fíjense si no está reflejado aquí lo que está pasando en la conciencia de cada uno de nosotros. El Concilio, al hablarle al mundo de hoy, dice así: «Los desequilibrios que fatigan al mundo [24] moderno, están conectados con ese otro desequilibro fundamental, que hunde sus raíces en el corazón


humano. Son muchísimos los que atados por el materialismo práctico, no quieren saber nada de la clara perfección de este dramático estado. O bien, oprimidos por la miseria, no tienen tiempo para ponerse a considerarlo». Ven los dos grandes males de hoy: el vivir tan cómodos, tan instalados, tan rico, que prácticamente son materialistas, no tienen tiempo, no les importa analizar la situación dramática del país y de su propia conciencia, están muy a gusto en sus jaulas de oro. Y por otra parte, la demasiada miseria no deja tiempo para ponerse a considerar. ¿Qué tiempo va a tener el pobrecito que está pensando hoy a ver si mañana encuentra trabajo y mañana muy de madrugada con su alforja sale a buscar trabajo y en vez de trabajo tal vez encuentra la prisión, el desaparecimiento. Los dos extremos estorban a esta hora de Navidad. Ninguno de los dos deja ver el Cristo que viene.

LIBERACIONES QUE NO PIENSAN EN DIOS

«Otros», dice el Concilio. Y fíjense bien, también en esto, para que no confundan a la Iglesia con el comunismo. «Otros esperan del sólo esfuerzo humano, la verdadera y plena liberación de la humanidad y abrigan el convencimiento de que el futuro reino del hombre sobre la tierra, saciará plenamente todos sus deseos». Esta es la ilusión de unas liberaciones que no piensan en Dios sino que todo lo hacen consistir en la revolución, en las fuerzas de la tierra y es también el error de otro ateísmo práctico, porque el materialismo, el que encuentra su felicidad en las cosas de la tierra, tampoco tiene tiempo de ver a Dios y cree que aquí puede encontrar su paraíso en la tierra. Tampoco encontrarán paraíso ni lo podrán construir, con leyes de represión. No se puede construir un mundo mejor sólo con los brazos humanos. La insolencia de quienes piensan que la existencia carece de toda significación propia y se esfuerzan por darle un sentido puramente subjetivo a su vida. Esta es otra tentación de hoy. Hay muchos, entre los jóvenes, la filosofía del nihilismo: si no tiene razón de ser la existencia, ¿para qué vivimos? Y se acaban por pegar un tiro, por meterse veneno. La vida no tiene sentido.

¿EN QUIÉN DEBE ESTAR NUESTRA CONFIANZA?

A todas estas respuestas falsas de la situación dramática del momento ¿qué dice la Iglesia? El Concilio resume así mi homilía: «Cree la Iglesia que Cristo muerto y resucitado por todos, da al hombre su luz y su fuerza por el Espíritu Santo, a fin de que pueda responder a su máxima vocación y que no ha sido dado bajo el cielo a la humanidad, otro nombre en el que se puede salvar, fuera del nombre de Jesús. Igualmente cree la Iglesia que Cristo es la clave, el centro y el fin de toda la historia humana». Este es adviento, esta es mi palabra de hoy. Es Isaías que vuelve a clamar, mientras veía que su Reino de Judá, ante las amenazas de Asiria poderosa, [25] trataba de aliarse con Siria y con Israel del Norte y después con Egipto. El profeta le dice: no ves que todo eso es traición, a la alianza del Señor. ¿Quieres tú poner tu confianza en los ejércitos? ¿Quieres tú decir que sin ejército no hay Judá, que sin ejército no hay república? ¿Quieres tú pensar que las fuerzas de los


hombres son las que van a salvar la situación de Judá? ¿No te estás dando cuenta que el mal está mucho más hondo? Los hombres comienzan a apostatar de su Dios, se está estableciendo la injusticia en tu pueblo, hay atropellos, todo eso es lo que estorba, conviértanse al Señor y verás entonces cómo brota un nuevo retoño de la casa de Jes.

¿Saben quién era Jes? Jes era el Papá de David, David, el rey escogido por Dios para formar de él una dinastía de la que nacerá el Rey eterno: Cristo.

LA NAVIDAD QUE QUIERE LA IGLESIA

Cuando Isaías vivía, esta dinastía de Jes estaba acabando su esplendor. Parecía un tronco seco, como un árbol que se ha muerto. Y el profeta dice: «De ese árbol muerto Dios ha prometido que saldrá un príncipe que hará justicia». Oigan qué descripción más bella la que escucharon hoy: «No juzgará en apariencias. No sentenciará de oídas. Defenderá con justicia al desamparado. Conocerá de la sentencia al pobre. Medirá al violento con el látigo de su boca, con el soplo de sus labios matará al impío». Y sigue una bella descripción.

Viendo este trastorno de las fieras en la selva, como una imagen poética, dice que cuando el pueblo se convierta a Dios y pongan los hombres su confianza más en Dios que en los ejércitos de la tierra, en las leyes injustas de los hombres, sucederá esto: «habitará el lobo con el cordero». Y sigue describiendo eso que parece imposible, que una pantera se tumbe con un cabrito; que un novillo coma zacate junto con un león; que un muchacho meta el dedo en la cueva de la culebra y no le pase nada. Son imágenes para decir, hermanos, que ahora el mundo parece una selva donde los hombres somos fieras para otros hombres, nos golpeamos, nos mordemos, nos comemos, pero cuando nos convirtamos, cuando dejemos que entre el Reino de Dios a nuestros corazones, no habrá lobo para el lobo, no habrá león para el corderito, seremos todos: ricos y pobres, hermanos que comeremos juntos, sentiremos la paternidad del Reino de Dios. Esto es la Navidad que quiere la Iglesia.

LA HORA DE LA IGLESIA AUTÉNTICA

En la segunda lectura, San Pablo también nos habla de una separación que mata hoy a los hombres, en tiempos en que él escribía, los judíos y los gentiles. Cristo ha venido por todos, dice Pablo; primero por los judíos porque así estaba prometido; y para ser obediente a los proyectos de Dios, su misión se desarrolla en Palestina, en la Tierra Santa, pero cuando sus apóstoles comprenden que los judíos, los israelitas, el pueblo predilecto, en vez de arrepentirse y convertirse a Dios, ha hecho de su religión una falsa confianza, como si no les va a pasar nada se convierten a los gentiles. Y [26] Cristo salva también a otros pueblos gentiles que creemos en Dios y junto con los judíos fieles hacen el solo pueblo de Dios. Por eso en el Evangelio, cuando San Juan Bautista se presenta hoy ante las turbas que se acercaban para su bautismo, encontró él también a los fariseos. Y a los fariseos y ellos les dice una palabra dura: «Raza de víboras, ¿quien os ha enseñado a huir de la ira del día del Señor? ¿Hipócritas, han apartado del Reino de Dios al pueblo que debía conocer ya al


Cristo que viene. Y por ustedes, dirigentes del pueblo, dirigentes religiosos -porque también los sacerdotes podemos cometer errores-, dirigentes políticos -que también pueden cometer errores-, el pueblo que debía ser dirigido por Uds. Al encuentro de Dios, se ha apartado de Dios y ha hecho una religión falsa, de exterioridades, de hipocresías». Esta es la hora, hermanos, de los profetas, de la Iglesia auténtica, de los que creen que se salvarán porque creen que son hijos de Abraham. No, les dice el Bautista. Si Dios es tan poderoso que hasta de las piedras puede hacer hijos de Abraham. Si ustedes que eran hijos de Abraham se han hecho piedras por la dureza de sus corazones, no entrarán en el Reino de los Cielos si no se convierten de corazón.

Y la comparación del Bautista es hermosa: «Ya el hacha está puesta al tronco del árbol, ya comienza Dios a cortarlo, ya estamos en la última hora de la historia. Conviértanse porque el Reino de Dios está cerca. Y el Hijo del Hombre que viene detrás de mí, que es más grande que yo, yo no soy digno ni siquiera de llevarle sus sandalias, ya está como hacen los segadores, sacudiendo sus trigales, con el viento zarandeando, para que la brisa se lleve las brozas y quede el trigo de las buenas obras. Buenas obras, corazones cristianos, verdadera justicia, caridad, eso es lo que busca Dios en la religión. Una religión de misa dominical pero de semanas injustas, no gusta al Señor. Una religión de mucho rezo pero con hipocresías en el corazón, no es cristiana. Una Iglesia que se instalara sólo para estar bien, para tener mucho dinero, mucha comodidad, pero que olvidara el reclamo de las injusticias, no sería la verdadera Iglesia de Nuestro Divino Redentor y por eso tiene que padecer, tiene que sufrir, tiene que ser perseguida porque muchos no comprenderán, instalados en sus comodidades, aun sacerdotes, pueden ser el estorbo de este auténtico Reino del Señor.

HOMBRES NUEVOS

Cristianos, esta es la palabra que la iglesia vuelve a repetir en las cercanías de la Navidad: «No habrá un continente nuevo en América Latina con sólo cambiar estructuras, con sólo dar leyes, con sólo reprimir por la fuerza». Eso es sembrar más la dificultad. Sólo puede haber un continente nuevo, un pueblo nuevo, con hombres nuevos. Como San Pablo nos dice hoy, renovándose desde dentro, vistiéndose a Cristo, convirtiéndose como dice Juan Bautista e Isaías el profeta. [27]

HAY ESPERANZAS

Aquí tenemos, hermanos, y yo siento la alegría inmensa de que mi palabra, esta mañana, en la misma línea de siempre, ha encontrado el respaldo del profeta Isaías, de Juan el Bautista, de San Pablo, del mismo Cristo, de la Iglesia auténtica que no puede perecer mientras se apoye en el auténtico espíritu del Evangelio. Y despertar en todos ustedes, hermanos salvadoreños, también en los pesimistas, también en los terroristas, también en


los devotos de la represión, también en los que instalan leyes groseras contra el pueblo, a todos ustedes hermanos, cristianos y no cristianos, católicos y no católicos, la palabra de una Iglesia que desde Cristo dice que hay esperanzas, que El Salvador puede salvarse, que El Salvador si abre su corazón como indica Isaías, el Bautista y la Iglesia, a la conversión, al amor, a la justicia, al verdadero bienestar, encontrará la paz.

Yo les invito, hermanos, a que hagamos de esta temporada de Adviento, como una preparación para el nacimiento del Niño Jesús, una revisión sincera a nuestro propio corazón, y depongamos de allí, todo aquello que estorba a la venida de Jesús al Mundo, porque todos estamos estorbando. Comencemos por preparar los caminos en el desierto y florecerá el tronco seco y las piedras se convertirán en hijos de Dios y los salvadoreños que nos hemos hecho fieras unos con otros, conviviremos la alegría de ser hermanos hijos de Dios. Así sea. [28]